Me llamó poderosamente la atención este fotógrafo que estudiamos recientemente en la EMF de Los Realejos, en particular, la relación que mantiene con Mia, su musa desde hace 10 años, drogadicta y prostituta o prostituta y drogadicta.
Me llego a preguntar hasta que punto podemos mezclarnos y/o interferir en las historias que pretendemos contar con nuestra cámara.
P.S. Diez años retratando a Mia, su historia, su miseria, ¿no es tiempo más que suficiente para que se creen vínculos?, ¿no es tiempo más que suficiente para intentar ayudar a Mia? ¡acaso no es tiempo suficiente!.